sábado, 7 de febrero de 2009

San Lorenzo mostró su oficio para arrancar con una sonrisa.

Hubo dos goles en contra, uno para cada lado. Los otros fueron de Santana y Silvera. Castaño, expulsado.
San Lorenzo mandó un aviso múltiple tras su paso triunfal por el norte del conurbano bonaerense: que está anotado otra vez en la carrera por el título, que sigue capacitado para jugar bien en los momentos que esa virtud es imprescindible, que no le va a temblar el pulso cuando tenga que cambiar belleza estética por solidez (jugó un rato en el complemento con Ledesma, el Chaco Torres y Santana) y que está dotado de contundencia para resolver en la red de enfrente en esos días que no le sobra claridad ofensiva.
La primera novedad que entregó el atardecer en Victoria es la novedad táctica de San Lorenzo, algo en lo que seguramente Miguel Angel Russo puso énfasis desde el arranque mismo de 2009. Porque a esos tres volantes que se acomodaron de derecha a izquierda (Barrientos, Ledesma y el Chaco Torres) se sumó Santiago Solari en un rol que se puede definir como el de líbero ofensivo, ya que lo suyo no se consumió únicamente en la función de enganche sino que se movió en todo lo ancho del campo y también se anotó solidariamente en algún achique hacia su arco. Tigre y San Lorenzo se asociaron para producir buenos 25 minutos iniciales. Uno, el local, mostrando prepotencia ofensiva por la derecha, con centros picantes de Jerez y Rusculleda que Ayala y Altobelli, respectivamente, no convirtieron por poco. Los de Russo también tuvieron lo suyo, por otra vía, como fue poner la bola contra el piso y ataque de modo asociado: un derechazo de Barrientos caminó sobre el travesaño y Solari, enseguida, no pudo taquear con dirección un pase profundo del Pitu.
Las subidas de Adrián González por la derecha y de Aureliano Torres por el otro costado fueron de mucha utilidad para que los volantes descargaran con tanta facilidad como rapidez. El equipo de Cagna, en cambio, se encontró rápidamente con las dificultades de que su armador, el paraguayo Ayala, no dispusiera de libertades como para conducir y abastecer a los dos puntas, Lazzaro y Altobelli.
Como tantas veces en el fútbol. cuando en apariencia no pasaba nada, hubo grito de gol en la tribuna visitante. Chávez -bienvenido el desenfado para jugar de este pibe- se animó a otra gambeta por la derecha, metió un centro rasante y Paparatto, de frente a Islas, se la llevó por delante y convirtió en contra de su arco.
Para el segundo tiempo, el visitante mostró otra cara. Prefirió tirarse unos metros hacia atrás -también es necesario reconocer que el local hizo lo suyo- y plantear otro tipo de partido. Con Santana por Solari ya no quedaron dudas sobre el plan de Russo. Una aparición de Paparatto en el área de Orion casi transforma la especulación del ganador en empate. Castaño hizo una de fútbol de potrero y Brazenas lo expulsó. Por un tiro de esquina volvió a gritar Santana. Que los delanteros son peligrosos cuando defienden su propio arco lo confirmó Silvera con un cabezazo que vulneró a Orion. Y que el Cuqui no necesita de varias oportunidades para convertir lo confirmó ese rebote en Islas, tras una llegada de Gómez, que él aprovechó en su totalidad.
Así se llegó al final. Con un San Lorenzo que no será fácil de aguantar y con este Tigre que, como siempre, promete defender lo suyo con fiereza.

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