
Estas catorce canciones explican (o no) el viaje de los intoxicados hacia el fin de las cosas. Los temas están enlazados por cuerdas, ruidos o cuidados empalmes electrónicos: como si no hubiera tiempo para los silencios, los Intoxicados se pasean por sus influencias conocidas y van más allá de la tolerancia de rigor. Todo lo que anticipaba "Pila pila", un chiste que se agotó rápido, parece alejar los malos augurios en "Comandante", un hip hopde cocción prepotente en la línea de "Una vela"; el brindis anticipado de "Noche con amigos", escrita por el bajista Jorge Rossi, revela el amor del grupo por Los Rodríguez más etílicos y "Sudeste", en cambio, es una añeja página perdida de la etapa Viejas Locas. Hasta aquí, un aceptable comienzo, pero lo mejor aparece con "Quién soy", un hit perfecto con arreglos de cuerdas y Pity dando las primeras señales de fragilidad: "Hace tiempo que no sé quién soy". "Un secreto" ingresa en Jamaica con hidalguía y sapiencia dub; "Casi sin pensar" es Calamaro sin delirios de persecución; y "Mayonesa" puro electro-dance para fastidiar a los de siempre. Las escalas del viejo loco incluyen un homenaje a James Brown ("Jaime Marrón"), otro al continente negro ("Africa") y una bella balada espacial ("Del mar"). Thend marca el punto más alto de Intoxicados en una búsqueda experimental en la que el cuerpo juega de laboratorio y las canciones son honestos resultados de vida.

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