domingo, 31 de agosto de 2008

Muchas promesas, poco fútbo en el cásico.

River y San Lorenzo no jugaron el partido que todos esperaban y empataron 0-0 en el Monumental. El primer tiempo fue muy aburrido y en el segundo mejoraron, pero no estuvieron finos en la definición. El Ciclón, que no pudo alcanzar en la cima de la tabla a Boca, terminó con nueve por las expulsiones de Voboril y Méndez.
Los partidos entre River y San Lorenzo no son lo mismo desde el día que los de Boedo consiguieron el pase a cuartos de final de la última Copa Libertadores en el Monumental y con dos hombres menos. A partir de ese partido, cada encuentro pasó a ser una continuación de esa historia. Hoy no fue la excepción, aunque lo que revivieron Cuervos y Millonarios no fue la emoción de un resultado cambiante y lleno de goles. Se mataron a patadas y se olvidaron de jugar. Caliente y aburrido 0-0. Claro estaba, en la previa este partido ya era de lo más atractivo del campeonato. Pero en la práctica, los dos se sacaron un cero bien grande. Ya desde el comienzo, los conjuntos de Diego Simeone y Miguel Angel Russo comenzaron muy imprecisos en ataque, con sus creadores en otra órbita. Buonanotte, de regreso tras el oro conseguido en Beijing apenas tocó un par de pelotas en el primer cuarto de hora y Barrientos no se puso el traje de conductor que su entrenador quería y su equipo necesitaba.
El Cholo protestaba porque River no jugaba por las bandas y tenía razón. Las pocas veces que lo hacía, el equipo llevaba algo de peligro al arco de San Lorenzo. Recién pasada la media hora de partido, Abelairas abrió la cancha y tras un centro, Falcao no la pudo meter porque Aguirre se metió en el medio y despejó la pelota al corner. Pero San Lorenzo buscaba de la misma forma, con Adrián González como el dueño de los centros al área de Ojeda. El resultado era el mismo. Nada de nada.
Entonces, como la acción no transcurría por las bandas y los conductores no aparecían, el protagonismo se lo llevaban los dueños del centro del campo de juego. Cristian Ledesma demostró que Russo no se equivocó al insistir tanto por su contratación y se encargó de sacar a adelante a su equipo, que fallaba en el armado de las jugadas. Ese también era un denominador común en River.
Pero si en algo coincidían era en la vehemencia con la que jugaban los 22 hombres que saltaron al campo. Quizás recordando lo sucedido la noche de la hazaña de San Lorenzo en el Monumental, comenzaron los roces con el pitazo inicial. Tal es así, que en apenas tres minutos ya había dos amonestados, uno por bando.
Así, el fútbol se apagó y los rencores salieron a la luz. Y así también se fue la primera etapa. Apenas alguna que otra jugada de peligro de cada lado, pero no lo suficiente para romper el cero.
El comienzo de la segunda etapa mostró una luz de esperanza para todos los que querían ver fútbol y emociones. River arrancó despierto, pero enseguida San Lorenzo reaccionó y mostró la actitud que el entrenador le pedía a sus jugadores. El partido se transformaba en un ida y vuelta intenso, aunque con poca claridad en los últimos metros. Pero volvió a durar muy poco ese dinamismo. La historia se calentó nuevamente y el fútbol se murió.
Buonanotte apenas apareció unos minutos y transformó a su equipo en protagonista, pero no cumplió ni un poco con las expectativas depositadas en él. El Enano tuvo un tiro libre para repetir el gol que hizo en los Juegos Olímpicos, pero falló por varios metros. Si Simeone no lo sacó antes del final del encuentro fue porque todavía esperaba que apareciera de alguna manera. Pero tranquilamente podría haber sido reemplazado y su equipo no lo hubiese notado.
A pesar de eso, los dos técnicos movieron los bancos. El cholo cambió con la idea de ir por el partido y Russo respondió para controlar lo que Simeone modificaba. Pero hasta los que entraban, se metían en la vorágine que convertía al partido en una batalla y no en un simple encuentro de fútbol. Voboril, quien ingresó para frenar a Rosales, pegó dos veces en menos de diez minutos y se fue expulsado.Y el final fue más de lo mismo. Sebastián Méndez, que hasta ahí había jugado un gran partido, se tomó venganza de Falcao, con quien tuvo un duro encontronazo en duelos anteriores y le pegó una patada voladora en la espalda: también se fue antes a las duchas. Nuevamente, San Lorenzo terminó con nueve jugadores en el Monumental, en un partido muy caliente, pero con diferente resultado. Esta vez fue 0-0. Que la historia no se repita.

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