sábado, 6 de septiembre de 2008

Argentina sólo pudo empatar con Paraguay

Fue 1-1 en el Monumental, en el comienzo de la séptima fecha de las Eliminatorias. Cuando mejor jugaba la Selección, los visitantes se pusieron en ventaja con un gol en contra de Heinze. En el segundo tiempo lo empató Agüero, tras una buena combinación entre Riquelme y Messi. Tevez (expulsado) y Mascherano (llegó al límite de amarillas), ya son bajas para el partido del miércoles ante Perú, en Lima.
Mucha expectativa había despertado una nueva presentación de Argentina en el país. Empujada por la euforia que despertó la consagración de la Selección Olímpica, la gente agotó las entradas y llenó el estadio Monumental, al que Basile calificó como "frío", para ver al equipo. La propuesta era atractiva. Porque enfrente no sólo estaba el líder de las Eliminatorias, sino también el rival al que no se logra vencer de local desde hace 35 años. Todo estaba dado para que se terminara de consumar la reconciliación. Pero apenas doce minutos duró la ilusión. El error de cálculo de Heinze y la salida en falso de Abbondanzieri hicieron desaparecer rápidamente la alegría por el oro de Beijing y devolvieron el recuerdo de las frustraciones del pasado.
Hasta el gol en contra de Heinze, todo había sido de Argentina. Con Tevez y Di María muy activos, el equipo se había llevado por delante a su rival, que no salió "a buscar la victoria" como se encargaron de decir los jugadores paraguayos, y contó con dos claras para ponerse arriba: un tiro libre de Riquelme que dio en el travesaño y un centro de Di María que Tevez no llegó a cabecear por muy poco. El murmullo, tras el 1-0, se hizo sentir y así la presión lejos de sentirla el visitante le jugó en contra a la Selección. Messi y Riquelme parecieron olvidarse de lo bien que terminaron complementándose en los Juegos y perdieron frente al batallador mediocampo que planteó Martino. Tevez, en cambio, se movió mucho y complicó a Da Silva y Verón, aunque en su intención por tomar contacto con la pelota, dejó muy sola el área, donde en definitiva se ganan los partidos.
"La expulsión de Tevez nos complicó todo", dijo Basile tras la igualdad. Y más allá de que el 1-0 había alterado los planes por volver a despedirse con una victoria ante la Albirroja, como aquel 7 de octubre de 1973, la infantil roja que se ganó Carlitos, contribuyó al negocio que tenía en mente Paraguay. El hombre de menos, el resultado adverso y la necesidad de demostrar todo en muy poco tiempo terminaron siendo el cocktail perfecto para que los nervios se adueñaran del equipo, que no volvió a acercarse con peligro al arco de Villar durante el primer tiempo.
"Esta película ya la vi", se lamentaba un hombre en la platea Belgrano baja mientras los jugadores se iban al vestuario. Es que la Selección había dejado poco, muy poco y Paraguay, sin jugar en gran nivel, era más. Así, los últimos duelos entre ambos se hacían presentes en Núñez. Sólo el coraje de Mascherano, las incursiones de Zanetti y las esporádicas apariciones de Messi permitían pensar en una historia diferente. Basile buscó variantes en ataque y mandó a la cancha a Agüero por Di María; y también apostó por Daniel Díaz ante la pésima tarde de Heinze. Acertó el técnico, porque el Kun entró afilado y, además de desestabilizar a la por entonces ordenada defensa paraguaya, supo definir con frialdad ante Villar, tras una buena combinación entre Messi y Riquelme, para decretar el empate.
Argentina hizo el esfuerzo e intentó, sin éxito, aprovechar el envión para llevarse el triunfo que pedía la gente, que querían los jugadores y que necesitaba Basile para acallar las odiosas e injustas comparaciones con Batista. El resultado, lógicamente, obliga a una reflexión, pero de las sensatas. No sería noble caer sobre el técnico, con el que se coincide que la expulsión de Tevez hizo todo más difícil. Pero hay una cuestión que ya había quedado expuesta con el partido 0-0: no se puede resignar a jugar sin un referente de área que acompañe a Messi, porque da la sensación de que la Pulga se pierde si tiene al lado otro Enano a su lado.
No se debe dramatizar tanto, es cierto, pero tampoco se puede ignorar la anemia futbolística que arrastra la Selección desde hace varios partidos. Basile tiene cuatro días nada más –con un viaje largo en el medio- para intentar enderezar el rumbo y encontrar respuestas. No está fácil, porque a la baja de Tevez se le suma la de Mascherano (llegó al límite de amarillas) y la probable ausencia de Abbondanzieri. Pero este equipo tiene el crédito abierto.

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