sábado, 17 de noviembre de 2007

Argentina le hizo precio a Bolivia.

Sin exigirse, terminó 3 a 0 en el Monumental y es el cómodo líder (tres jugados, tres ganados) de las Eliminatorias Sudamericanas. El primer gol fue de Agüero, de cabeza. Ya en el segundo tiempo, Riquelme sacó su mejor repertorio: aumentó de tiro libre y después definió de cachetada al ángulo. La diferencia pudo ser mayor, pero la Selección cuidó piernas en un campo que estaba malo. El martes enfrentará a Colombia en Bogotá.
La Selección rinde examen en cada partido. Algunas veces, dependiendo de la categoría del rival, la exigencia de la gente es mayor que otras. Ganar, gustar y golear era el objetivo a cumplir por el equipo de Basile ante Bolivia. El compilado de enanos al que apostó el Coco con la lesión de Crespo encendía la ilusión de todos en el castigado Monumental, donde más allá del resultado, la mayor incógnita era saber en qué minuto el local iba a lograr ponerse en ventaja y así empezar a volcar la historia a su favor.
Argentina salió a jugar como se espera siempre. Sin levantar la pelota, con Riquelme ubicado del centro a la derecha tratando de armar juego con Messi, el equipo de Basile tomó la iniciativa. Ante la ausencia de un cabeza de área, Tevez y Agüero se turnaban a la hora de picar. Cuando el Apache iba a la izquierda, el Kun arrastraba marcas para el centro, y viceversa. La idea, por cierto, era romper con el cerrojo defensivo planteado por Erwin Sánchez.
Lo de Bolivia no era pum para arriba, al menos en el arranque. Porque si bien su intención no fue la de lastimar en ataque y se paró muy atrás, no recurrió al pelotazo y siempre trató de salir de manera prolija. En algunos casos ese buen criterio para distribuir el balón convirtió al encuentro en una concurrencia de actos previsibles, pero no sólo del lado visitante, también argentino.
A diferencia de otras veces, al principio faltó individualismo. Messi lejos estuvo de intentar la gambeta, Tevez bajaba y la pedía pero no apostaba al desequilibrio personal y terminaba jugándola siempre hacia atrás. Agüero, en tanto, estaba como eje de área y, entonces, le costaba mucho darse vuelta frente a los aplicadísimos defensores bolivianos.
La primera clara para Argentina fue a los 12', a través de la pelota parada que tan bien maneja Riquelme. El enganche le metió su rosca endiablada a un tiro libre desde la derecha, Cambiasso anticipó y la peinó, y Tevez por muy poco no llegó en el segundo palo. El uuuhhh sonó tan fuerte como las canciones de Soda y las críticas por el estado del campo. Contestó Bolivia, enseguida, con un buen intento de Cabrera, desde lejos, que pasó cerca del arco de Abbondanzieri.
Así, casi sin darse cuenta, Bolivia logró su primera misión: llegar a la primera media hora de juego con el partido 0-0. Emociones y cambio de ritmo se buscaban. Y para eso, nadie mejor que Messi. Leo empezó a agarrar más la pelota y a intentar desnivelar con su gambeta endiablada. Y a los 37' armó una jugada que contagió no sólo al público, sino también a varios de sus compañeros. Arrancó desde la derecha, se sacó de encima a uno y tocó para Riquelme. Román se la jugó de primera a Agüero, que aguantó de espaldas dentro del área y se la devolvió a La Pulga, quien sacó un zurdazo mordido que le pasó cerca al palo izquierdo de Arias.
Para tranquilidad de los más impacientes, el 1-0 llegó dos minutos más tarde, por arriba. Sí, de la manera menos pensada si se tiene en cuenta los nombres a los que recurrió Basile. Centro de Riquelme desde la izquierda, Demichelis, apostado en ataque, ganó en los cielos y la bajó, y Agüero apareció como una flecha por el segundo palo y la empujó de cabeza con el arco libre. De pizarrón. El gol le sacó un peso de encima a la Argentina, que así se fue al descanso un poco más relajado y sin tener la presión de tener que salir a quebrar a Bolivia en el segundo tiempo. Argentina volvió a otra velocidad, para liquidar la historia enseguida. Ahí se vio lo mejor en cuanto a juego colectivo. Porque Messi siguió haciendo de las suyas y Tevez dejó de chocar tanto contra los defensores y empezó a jugar a un toque con Riquelme. ¿Bolivia? Tibio, muy tibio en el segundo tiempo, tardó en reaccionar y lo pagó muy caro. Porque a los 12', Román la colgó de un ángulo como contra Chile y terminó el partido por los puntos para darle paso al duelo por los goles. Es que la Selección dominaba a voluntad y tenía en Messi a su gran figura. Leo se sacaba de encima al que se le pusiera enfrente y hacía la diferencia.
¿Cuántos tantos más sería capaz de anotar el equipo de Basile? Hizo uno, pero valió por varios. Y fue, a los 27', a través de su ancho de espadas y su ancho de bastos. Genial corrida de Messi, de derecha a izquierda. Parecía que Leo iba a sacudir desde afuera pero lo vio entrar solito a Román, que sin pararla abrió el pie y la clavó arriba, contra el palo más lejano. Golazo por donde se lo mire.
De ahí en más, Argentina hizo lo que mejor sabe hacer: jugar la pelota con criterio, hacer correr a su rival y a aprovechar los espacios. La hinchada se prendió a pleno ooole y, cuando el juez Rivera marcó el final, le soltó un aprobado al equipo de Basile. Misión cumplida hasta aquí, para la Selección: tres partidos jugados, 9 puntos, 7 goles a favor y ninguno en contra. Cierto es que el nivel de los rivales no fue el mejor, tan cierto como que tanta superioridad a veces hace perder de vista que el verdadero objetivo es clasificar al Mundial, algo que no siempre fue tan sencillo.

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