Cayó 2-0 con Libertad en Paraguay. Los goles los convirtieron Ximénez y Aquino por dos errores del arquero Centeno, quien ingresó a los 7 minutos por el lesionado Orion.

San Lorenzo también es el de las lesiones. El del destino a contramano. El que se queda sin el diez -Pablo Barrientos- y también sin el arquero -Agustín Orion- por esa maldita rodilla. Sin embargo, y pese al golpe que eso supone, Russo nunca le pudo encontrar la vuelta al armado, a la idea, a su plan. La salida tempranera de Orion, el gesto, el dolor, desvió la atención del partido. Eso también es parte del juego. Y, ahí nomás, llegó el cachetazo de Libertad. Una salida rápida de un tiro libre que agarró en plena siesta el equipo, un remate de Sergio Aquino que no pudo controlar el debutante Bruno Centeno y en el rebote Ximénez le dio el pase a la red. ¿Qué hizo San Lorenzo para despertar? Nada. Ni siquiera escuchó ese timbre con el remate cruzado de Samudio al que no llegó Marín, debajo del arco. Y cuando se quiso poner de pie, el despertador no le sonó. Aquino tomó el balón y avanzó, y nadie le salió. Y avanzó. Y le pegó. Y Centeno no ofreció respuesta a ese disparo que se coló en su palo. Nocaut. Suena injusto que la derrota quede en manos del nuevo arquero. Porque si bien Centeno tuvo responsabilidad en los goles, el equipo nunca mostró presencia. Ni tampoco el fuego que supo sacar alguna vez en esta competencia. De hecho, en la edición anterior, perdía 0-2 en la altura -a más de 4.000 metros- contra Real Potosí y en una reacción a puro corazón terminó con victoria 3 a 2. Pero eso, claro, no pudo darse esta vez con un equipo de imagen borrosa. Que sufrió las pinceladas de Aquino como eje de circulación del conjunto paraguayo y que, por las bandas, siempre quedó corto. Robles y Ramírez por un lado, Marín y Samudio por el otro. Dos peatonales con libre tránsito. El cabezazo de Santana que salió desviado, esa pelota de Bergessio a la que nunca llegó Silvera, el remate de Ledesma que Bava tapó y mandó al córner fueron intentos para sembrar esa semilla de la reacción. Pero no hubo caso. Cada ataque de Libertad pudo estirar la cuenta. Con Marín y su pegada, con Ramírez y su presencia. San Lorenzo, en su segunda participación como visitante, quedó un poco más confundido. ¿Cuál es? ¿El que goleó a River? ¿El que no hace pie en la Copa? No sabe, todavía.
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