domingo, 10 de agosto de 2008

Un golazo de Lavezzi liquidó a Australia y pusó a Argentina en cuartos de final.

La Selección fue superior, pero sólo consiguió desequilibrar a los 31 del segundo tiempo con una muy buena jugada colectiva. Con este resultado, el equipo de Batista se aseguró la clasificación. El miércoles jugará ante Serbia en su último partido por la primera ronda.
Bastaron esos cinco segundos en que los que saben hablaron el idioma que mejor entienden. Toque y toque entre Riquelme y Messi para destrozar una defensa que se había cerrado bien y que, a quince del final, empezaba a parecer invulnerable. Y entonces el centro cruzado ante los australianos sorprendidos encontró en el segundo palo a Lavezzi para asegurar la clasificación argentina y mandar al tacho los temores. Después de ganar injustamente ante Costa de Marfil, Argentina conseguía menos de lo que merecía ante Australia. El equipo de Batista había llegado con claridad en no menos de siete ocasiones, pero se encontraba siempre o con la falta de puntería o con las buenas intervenciones del arquero Federici. Bien pronto, Argentina se mostró con una actitud dominante en el partido. Y casi se encuentra enseguida con el gol por una pifia de Federici tras pase atrás de un compañero. El arquero se encargaría con el correr del partido de hacer olvidar esa falla.
Aún sin encontrar el nivel que se le ve en el Barcelona, Lionel Messi volvió a ser clave para el equipo con apariciones esporádicas. Su velocidad explosiva -en medio de los gritos y aplausos que le dedicó el público de Shanghai cada vez que tocó la pelota- sirvió para darle a Argentina los mejores momentos del partido en ofensiva.
Las jugadas más claras para la Selección, entonces, llegaron otra vez de la mano de la Pulga. Primero a los 7, cuando después de una buena jugada de Agüero remató desde muy cerca por arriba. Luego a los 13, cuando se lo tapó el arquero después de otra buena combinación en equipo. Australia también mostró que podía inquietar a los 20, cuando Celeski entró por la izquierda de la defensa y sólo Fazio lo pudo tapar en última instancia. Otra vez, por las facilidades que encontró el delantero, fue momento de preguntarse si la claridad de los rivales, como en el debut, tiene que ver con méritos ajenos o con defectos propios.
Más allá de momentos puntuales, Argentina siguió siendo mejor y volvió a estar cerca, con Riquelme y con Lavezzi. Aunque se fue en cero al vestuario, el equipo respondió durante el primer tiempo a las previsiones y se mostró como el dominante.En el segundo tiempo, el equipo decayó bastante. Fue como si hubiera caído todo junto el cansancio del partido del jueves y de un primer tiempo intenso en una cancha mojada. Incluso Australia equilibró por momentos con el buen manejo de Kilkenny.
Pero Argentina es Argentina y, cuando las individualidades brillan, a la mayoría de los rivales sólo le queda esperar que la suerte acompañe. Y a los 31 Lavezzi llevó a la red la mejor jugada colectiva del equipo para que el dominio de buena parte del partido tuviera su correlato en el resultado.
Con la clasificación en el bolsillo, se puede esperar que el equipo dé un salto más de calidad. Las individualidades del equipo dan para creer en eso y saber que el sueño de repetir el oro no es, ni mucho menos, un imposible.

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