
La banda uruguaya refina su fórmula ganadora en un cuarto disco oscuro y arrollador.
Primero fue la semilla. "Mi semilla", en realidad. El tema de La Vela Puerca que, por teléfono, enamoró a Gustavo Santaolalla. pertenecía a Deskarado. El disco, producido por Claudio Teddei, fue relanzado a fines del milenio pasado por Surco, con Santaolalla y Kerpel como productores asociados, bajo el sencillo título de La Vela Puerca. Se trataba (se trata) de una muestra excepcional de rock latino, con elementos de punk rock, ska, la murga y folclore uruguayo. Un canto primal de denuncia y resistencia tercermundista proferido desde Montevideo. Luego vino la primera evolución: De bichos y flores, algo así como la fórmula del primer disco pero mejorada, el primer paso a la masividad porteña. Una catarata de hits ("El viejo", "Por la ciudad", "José sabía"), pilares fundamentales del repertorio puerco, con un notorio protagnismo de la sección de vientos. Pero A contraluz es la visagra. Un disco que "profundiza el camino del grupo en la creación de su propio universo musical y poético" (Kleiman dixit). Con esta placa (y un trabajo de hormiga de muchos años) llegó la consagración: estadios llenos en Bueos Aires, la proyección hacia el interior de la Argentina y la cabeza de los festivales más importantes del occidente del Río de la PLata. Y ahora, desde arriba, La Vela toma impulso.
Y una vez más hay que hablar de una evolución, de una nueva vuelta de tuerca. Lo primero que impresiona es el modo en que se amalgaman los instrumentos, conformando un verdadero paredón de sonidos, que se impone de un modo monumental. Detrás de una aparente sencillez melódica (en ciertos pasajes pueden remitir al pop), las nuevas canciones de La Vela ostentan una potencia arrolladora y la ya característica oscuridad existencialista en las letras de Sebastián Teysera. En muchos casos, son viñetas que forman relatos cuasi literarios en formato canción, que en su modo de cantar alcanzan un tono cada vez más intimista. Pero también hay frases que pueden quedar impregnadas en el imaginario (rockero) colectivo, como el ganchero "O te rebelás o te consumís", de "El señor"; "La hipocresí se vuelve moda", de "Clones" (con letra del otro cantante, "Cebolla" Cabreiro); o "Colabore para no desaparecer", de "Colabore", un rockito con destino de hit radial.
Después de dos discos exitosos, Santaolalla delega su trabajo con el grupo en Juan Campodónico, que de a poco se ha transformado en uno de los productores más importantes de la región: alma pater de Bajofondo, colaborador histórico de Jorge Drexler desde el disco clave ("Frontera") y gran respnsable del resurgimiento del Cuarteto de Nos. Luciano Supervielle se encargó de los arreglos de cuerdas y vientos y participa en el disco como pianista, redondeando un aporte que le da a El impulso una cuota de búsqueda estética y refinamiento comparable a Los Hermanos, el grupo brasileño elogiado por el mismísimo Caetano Veloso.
Sello discográfico: Universal
Producción: Juan Campodónico
Dirección artística: La Vela Puerca y Juan Campodónico
Nacionalidad: Uruguay
Año: 2007
Duracón: 48:36
Temas:
- Frágil
- El "señor"
- Su ración
- Neutro
- Me pierdo
- Clones
- Colabore
- Para no verme mas
- Con el destino
- Sanar
- Pino
- La sin razón
- Hoy tranquilo
No hay comentarios:
Publicar un comentario