martes, 3 de julio de 2007

Argentina derrotó a Colombia y se clasificó a cuartos.


Fue 4-2 en en un partido caliente. Al igual que ante Estados Unidos, la Selección comenzó perdiendo, por un gol de Perea. Pero rápidamente reaccionó y a través de un penal de Crespo y dos tantos de Riquelme lo dio vuelta. Parecía tener dominado, pero se descuidó en el fondo y Castrillón le puso suspenso al encuentro. En el final, Milito convirtió el cuarto. Ahora, el equipo de Basile buscará ganarle a Paraguay, el próximo jueves, para quedar primero en el Grupo C de la Copa América.


Tiempo de confirmación para la Selección en la Copa América. La lluvia de goles ante Estados Unidos despertó la ilusión de todos y agrandó la enorme expectativa por ver a los mejores jugadores del momento. Todo por obra y gracia de Basile. El Pachencho Romero volvía a ser el escenario. Enfrente, nada menos que Colombia, un rival todavía golpeado por el 5-0 en contra ante Paraguay, pero con la motivación de tener a Argentina para tomarse revancha.

El Coco, fiel a su costumbre de recitar las formaciones de memoria, respetó los mismos once que arrancaron contra Estados Unidos. Es decir: Abbondanzieri bajo los tres palos; Zanetti y Heinze en los laterales, y Ayala y Milito para custodiar la cueva. Mascherano y Cambiasso repartiéndose el medio batallador y La Bruja más adelante junto a Román en la creación. ¿Adelante? Messi y Crespo.

Y otra vez, al igual que en el debut, la Selección arrancó con dudas y le permitió a su rival dar la sorpresa. Y el equipo cafetero no desaprovechó su oportunidad. La defensa argentina se durmió en un tiro libre, David Ferreira recibió muy solo un pase de Vargas. El enganche le pegó de primera pero mordido. Parecía que Abbondanzieri la iba a poder rechazar, pero en el camino al arco, la pelota rebotó en Edison Perea y desacomodó al uno del Getafe. Un balde de agua fría para Basile y compañía.

La paciencia fue, quizás, el arma que llevó a Argentina a dar vuelta la historia ante Estados Unidos. Y en este caso el remedio parecía ser el mismo. Porque Colombia, obligado por las circunstancias más que por una intención genuina, proponía mucha pierna fuerte en el medio. Tal es así que hasta Mascherano era víctima del juego brusco.

El árbitro Carlos Simón, como de costumbre, miraba para otro lado. Hasta aquí, Argentina dejaba una imagen deslucida. Es que además de los desajustes atrás, el medio estaba partido en dos. Mascherano y Cambiasso recuperaban mucho pero se complicaban en la entrega. Y tanto Riquelme como Verón no lograban conectarse. Por ende, a los de arriba no les llegaba juego. Así Messi debía bajar mucho para agarrar la pelota y quedaba a años de luz de Crespo.

Pero las individualidades pesan, está claro. Y Messi, cuándo no, volvió a hacer de las suyas. Recibió adentro del área, le tiró un sombrerito a Rodallega, que lejos estuvo de hacerle falta, y se tiró. El juez brasileño se equivocó como en casi todo el primer tiempo y marcó penal. Crespo lo transformó en el 1-1, aunque le costó caro al equipo de Basile. Apenas le pegó, el goleador se lesionó y pidió el cambio.

Ante la lesión de Valdanito, el Coco mandó a la cancha a Diego Milito. ¿Por qué no Tevez? La idea, claramente, era mantener un pivote de área para luchar contra los potentes centrales colombianos. El empate le dio tranquilidad a Argentina, que de a poco fue agarrando confianza. Román se empezó a encontrar con Verón, Messi fue más arriba y, fundamentalmente, la defensa se afianzó.

Cuando Riquelme aparecía el panorama se le aclaraba a la Selección. Porque además de jugar él, hace jugar a los demás. Y sino basta con ver el segundo gol argentino, a los 33'. El equipo hizo circular bien la pelota y despejó bien el sector derecho para darle pista libre a Zanetti. El Pupi trepó y tiró un centro perfecto para la llegada de Román, que metió un cabezazo que dejó sin chances a Calero.

Respiró Argentina tras el 2-1 y le tiró la presión a Colombia, que hizo poco y nada valga la aclaración. Por momentos, el trámite se tornaba muy lento y se jugaba muy lejos de las áreas. Y en esa parsimonia, cuando se moría el primer tiempo, la Selección sacó provecho de la calidad de Riquelme para ejecutar un tiro libre. El enganche engañó a Calero, quien puso un verdadero batallón en la barrera, y la acomodó como con la mano contra el palo izquierdo. Una obra de arte de Román.

En el comienzo de la segunda etapa, esa tranquilidad que demostró Argentina tras el empate quedó bien plasmada en el juego. El equipo se propuso jugar con el resultado y desesperó a un seleccionado colombiano que no cambió su papel en el partido: siguió pegando y muy tibiamente buscó empatar el encuentro. Claro, para eso debía superar a un mediocampo que estaba intratable. Mascherano se convertía de a poco en un verdadero pulpo, acompañado por el Cuchu que también aportaba mucho en la marca, pero más en el juego. De ellos salía la pelota, tras cada intento trunco de Colombia, para el deleite de Román y compañía.

Como los de Pinto no demostraban demasiado en el juego y estaban casi estancados en su campo, la Selección comenzó con su floreo. Toque y toque. De adelante hacia atrás y de atrás hacia adelante. Lo suficiente para exacerbar al rival y despertar el Ole de las tribunas. En esos primeros 15 minutos se vio lo mejor del equipo del Coco. Buen manejo de la pelota y mucha triangulación para darle aire al equipo. El concepto estaba muy en claro.

Junto a la grandísima labor de Mascherano se agigantaba la de Verón, para tener la pelota y darle juego a sus compañeros. Messi retrocedió un poco en el campo y permitió un adelantamiento de Riquelme, convirtiéndose casi en el acompañante de Diego Milito en ataque. La única negativa en el buen momento del equipo era la falta de profundidad para convertir el cuarto. Hasta ahí, apenas se generó una chance clara en los pies del delantero del Zaragoza.

Pero con el correr de los minutos, Colombia se adelantó y fue por el descuento. Así fue que llegó el tanto de Castrillón. En una pelota parada se anticipó a toda la defensa y la mandó a guardar en el arco del Pato. Esa circunstancia despertó una ambigüedad en el rendimiento de la Selección. Argentina parece tener dos equipos. Uno que juega a la pelota, que la maneja en el medio y otro muy distinto, con errores en la defensa, que deberá corregir con el correr de los partidos.

No quedaban dudas que el gol del descuento iba a motivar aún más a los colombianos para ir a buscar el empate. Es cierto, lo hizo. El rival buscó y buscó, pero sin la profundidad necesaria, que le hubiese dado el tanto del milagro. Tuvo su chance con un tiro en el travesaño y despertó aún más a los defectos del conjunto del Coco. Pero no le alcanzó. Encima sobre el final se quedó con diez hombres por la expulsión de Fabián Vargas y Argentina le clavó el cuarto con una carambola de Diego Milito. Partido terminado. Argentina ganó y se clasificó a cuartos de final. Con algunas dudas, pero con otras tantas certezas consiguió el pase y alargó la senda victoriosa. El rendimiento del equipo volvió a ser positivo, pero dejó algunos puntos suspensivos a solucionar, especialmente en defensa. Ahora deberá enfrentar a la selección paraguaya del Tata Martino para conseguir el primer lugar del Grupo C de la Copa América. De ser así, seguirá jugando en Maracaibo. La ilusión crece. El equipo también.


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